26 marzo 2013

Pájaros Rojos, sobrevuelan la memoria y cantan por justicia


“Hay dolores que han perdido
La memoria y no recuerdan
Que son dolores
Tenemos un mundo para cada uno
Pero no tenemos un mundo para todos.”Graciela Pernas Martino

En el museo de Artes Visuales e Histórico de Florencio Varela, el pasado 16 de marzo, una Madre de Plaza de Mayo vino a presentar un libro llamado Pájaros Rojos. Se trataba de Alba Martino, madre de plaza de mayo de la plata, alineada con madres fundadores de Bs. As. Quien tiene a su hija detenida desaparecida desde octubre de 1976. Graciela Pernas Martino, autora de Pájaros Rojos. 
Alba o Ñeca como también la llaman tiene sus ojos llenos de historia, una mirada profunda y a la vez transparente que parecieran transmitir con solo mirarla la búsqueda constante, que no cesa. Al escucharla, con su voz serena y firme, detalla parte de su historia de mujer, profesional y  sobre todo madre. “Bueno he trabajado… son muchos años… (risas) son muchos años que he trabajado, primero como madre después como abogada. Interviniendo en juicios, es decir cuando llegaron las leyes. Primero acompañando a testigos en el Juicio a la Junta de Alfonsín. Después corriendo detrás de los juzgados cuando Alfonsín mando las instrucciones a los fiscales donde se dieron, no me acuerdo, si eran 60 o 90 días para presentar inculpados. Corriendo por las cámaras penales con los demás abogados de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata (APDH). Bueno la plata fue una ciudad vaciada, así como lo fue Córdoba, por la cantidad de estudiantes y de obreros,” comienza a narrar Alba.
En su relato es imposible trasladarse en el tiempo entre ese pasado oscuro, lleno de dolor y este presente que intenta hacer justicia, no sólo con los juicios sino con todo el trabajo que se hace para recuperar la memoria colectiva. Un pasado que a muchos duele, avergüenza y lastima. Pero en ese pasado también estuvieron jóvenes como Graciela, que soñaban en un momento en donde soñar era una condena.
“Pasaron muchos años y se han hecho muchas cosas de lucha. Fue una ruleta rusa aquello, a quien le tocaba y a quien no le toco. Una misma dice como la canción “varias veces me morí, varias resucite”. Fue duro… la búsqueda fue dura. Eso fue lo mas duro… la búsqueda. Cuando se fue la comisión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), todos tuvimos la sensación de que allí ya no iban a aparecer más. Es decir, ahora estamos “disfrutando” te diría yo de los juicios. Es una satisfacción. Aún viejos, yo los veo entrar a la sala del juicio de la plata, esposados, le sacan las esposas, vienen en camiones celulares de la policía. Importar no les importa, pero bueno están ahí. Y luego esa sentencia maravillosa que nos toco en la plata en el circuito Camps fue realmente increíble. Es decir de ahí podrían surgir muchos juicios, vamos a ver cómo sigue la historia de la sentencia esa, porque se inculpa a todos los médicos, curas, etc responsables, jueces y poder judicial responsables que vio a los torturados y no hizo nada, “continúa Ñeca.  
Graciela Pernas Martino  su hija, detenida desaparecida a los 20 años.  “Se casó con el único novio que tuvo, Julio Poce, el 22 de marzo de 1976. Y tal era la ignorancia de uno con lo que iba a venir, que les hice una fiesta en mi casa. Y yo insistí en hacerles la fiesta. Bueno ya habían matado al compañerito que estudiaba con mi hija y mi hija estaba durmiendo en casa, porque lo acribillaron las tres A en el 75, así que después de eso, el negrito Rocamora, ya mi hija no vivía en casa. No obstante yo les hice una fiesta de casamiento en casa. Terrible. Es decir, porque nadie sospechaba lo que iba a venir. La siembra de ese terror. Y lo que vino después. Bueno, a mi hija se la llevaron el 19 de octubre de 1976. Al mes justo tuve la primera noticia. Una señora, que salió, después me enteré del Protobanco o sea anterior al banco, Puente 12 de Ezeiza. Que llamó por teléfono y dijo, “Graciela y Julio están bien. Es lo único que voy a decir”. En el puente 12 tengo tres testigos, el otro Elio López declaró ante la OEA y fue llevado de nuevo. Después declaró en Santa Fe no sé ante quien, pero hizo una declaración y no se presentó más. A ese testigo me lo encontré en la  cola de la OEA. Porque nosotros, íbamos hacer la cola todos los días en La Plata, para ser la cola más grande. Aunque hubiéramos  declarado en la OEA hacíamos la cola todos los días.  Y bueno, ahí recuerdo que pasaban los taxis del intendente de Bs As Cacciatore, diciendo “Somos derechos y humanos”. La tercera persona que estuvo con ellos allí, es una chica que no anda nada bien, he querido conectarme de nuevo con ella pero no…pero con ella me conecté oportunamente en Bs As,” recuerda Ñeca.
En una recorrida por la memoria, develando algunas de los fragmentos  vividos y otros tantos contados, Alba relata su encuentro con los testigos, con los compañeros, con las personas que vieron a su hija. “Después el Pozo de Banfield, si también tuve una chica que se fue a Australia, que estuvo el año pasado conmigo y declaró el año pasado. Un muchacho que se fue a Toronto y no había declarado más, salvo por vía diplomática en Toronto. Declaró en el juicio del Circuito Camps el año pasado, y cuando salió de la declaración me abrazaba fuerte, y claro yo lo conocí de muchacho joven, y treinta y pico de años después, me abrazaba fuerte y temblaba, íntegro y en mi oreja decía “Graciela me decía, ya vas a ver que vamos a tener suerte y vamos a salir” con su voz serena  comenta Ñeca.
Todavía sorprendida por su propio relato alba expresa con admiración “O sea mirá todas las noticias que tenía, hay gente que no tiene ni una noticia de su hijo o hija. Mira todo lo que me llegó a mí. Y bueno… así que La búsqueda fue larga…”
Graciela pintaba y trabajaba la cerámica, estaba trabajando en la librería Kier en Bs As. Se habían mudado a la capital junto con su marido por las amenazas, que habían recibido en La Plata, “sobre todo el marido que era el que activaba en realidad Graciela era la compañera de él. Cuando lo fueron a buscar a las 3 de la mañana, supe también por los que estuvieron adentro que Graciela alcanzó a subirse al techo muy alto, altísimo de atrás del departamento y julio cayó herido en una pierna cuando se estaba subiendo y Graciela se bajo del techo” expresa Ñeca.
En referencia a “Pájaros Rojos”, Ñeca dice “Yo después de tantos años logre  publicar un libro con poesías, con los papelitos que pude  recoger de entre los escombros de la casa de Graciela. Pero, este libro nació de un encuentro que tuve en el juicio de Etchecolatz en La Plata con Gustavo Oliva.” Gustavo le recordó a Ñeca que todo lo que había hecho Graciela valía la pena ser publicado, compartido. Así se dio a la ardua tarea de armar un libro, con trozos de poemas, poesías y reflexiones que describen una forma de ver la vida.
Este libro me ha devuelto a Graciela. Lo tiene a la venta la cooperadora del Colegio Nacional, la Comisión por la memoria de La Plata, la APDH de La Plata. Ha sido declarado de interés en todo el país” emocionada y orgullosa de semilla que seguirá floreciendo a través de sus páginas.
El libro fue declarado de Interés Legislativo por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y de Interés por la Provincia de Buenos Aires, así como en otras tantas ciudades y provincias de todo el país. Graciela tiene chapa en su aula, en cada aula de cada desaparecido del colegio Nacional pusieron una chapa.
“La verdad es que hay que gozar de la libertad que tenemos, hay que tener memoria y hacer justicia” nos interpela Ñeca.
Mujeres como Ñeca, como las Madres, las Abuelas nos hacen comprender lo fuertes que pueden ser estas personas, lo perseverantes y sobre todo incansables. Hoy, ya grandes, con tanta historia a cuestas, dolor, búsqueda y tristeza, nos siguen enseñando la felicidad de ser testigos de un momento que siempre esperaron, un juicio. Pero no sólo el juicio con los abogados y jueces, con sentencias y leyes; sino ese juicio de la historia, del presente que dejará nuevas marcas en las generaciones futuras. Memoria, verdad y justicia.

Nota escrita para ser publicada en el periódico "El vecinal del sur" de Florencio Varela, edición abril 2013.

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