21 julio 2009

Charla en la Feria del Libro - Berazategui 2008

Experiencias en Comunicación y Educación


Liliana Majic y Mariana Jacob*

Después de mucho tiempo de trabajar en las aulas, e intercambiar información acerca de nuestros trabajos, decidimos poner en juego nuestras prácticas, darlas a conocer y compartir con otros colegas. Este fue un año duro, cruzado por conflictos diversos, marcadas muchas veces por la frustración. Como contracara, nos pareció interesante el espacio de esta feria para difundir, problematizar y reivindicar estrategias utilizadas con éxito y cuestionarnos sobre la utilidad de los medios en la escuela como herramienta de expresión de los sujetos del aprendizaje.
Introducción
La sociedad en la que vivimos está en permanente cambio y transformación. Es la sensación que nos queda cuando todo el tiempo enfrentamos situaciones que antes no habíamos atravesado.
En este mundo complejo, sin dudas, la comunicación es una figura emblemática de las sociedades del tercer milenio. Un mundo globalizado, donde todo se somete a la lógica del mercado, y donde la concentración de los medios impone un modelo estético único y el control de la opinión pública mundial.
El teórico Jesús Martín Barbero sostiene que la era digital permite nuevas oportunidades. La digitalización conformó un nuevo lenguaje, desmontando el dualismo entre razón e imaginación, ciencia y arte, libros y medios. Además se configura un nuevo espacio público, embriones de una nueva ciudadanía, en y desde las redes, donde confluyen muchos actores y lecturas con compromiso emancipador y de resistencia. A pesar del modelo hegemónico existente, no todo es tan oscuro
En la escuela como en otros ámbitos sociales, esos cambios o transformaciones se sienten en distintas circunstancias, por ejemplo, si nos referimos a las tecnologías ya no solo podemos mencionar a los diarios, TV, radio o PC…. Ahora están en juego los celulares con sus mensajes de texto, video, cámara de fotos y radio, los mp3, mp4, cámaras digitales, las computadoras en red o con Internet. Asimismo dentro de Internet podemos hacer referencia a otras aplicaciones: el correo electrónico, los fotolog, blogspot, páginas Web, MSN, las imágenes publicitarias. Muchos de estos elementos están “censurados dentro de la escuela” pero como todos sabemos, están, se utilizan, nos cambiaron, nos transformaron.
Sin embargo, pareciera que esta tecnología desarrollada para la comunicación, paradójicamente, lo que hace es profundizar la incomunicación entre las personas. Cada vez es más difícil relacionarse cara a cara en diferentes ámbitos de la vida.

Escuela y nuevas tecnologías (¿de la comunicación?)
La incorporación de las nuevas tecnologías genera la necesidad de actualizar, o al menos, reacomodar los formatos existentes a las realidades que la sociedad actual propone, y además, reacomodar su lugar en la escuela.
El desarrollo de las nuevas tecnologías electrónicas para la transmisión y almacenamiento de datos (o simplemente para ofrecer a la gente mayores opciones de esparcimiento, comunicación y aprendizaje) forman parte de los procesos más complejos y novedosos en nuestras sociedades. Los medios de comunicación se han constituido –y lo están haciendo cada vez más -en un ecosistema o ambiente donde se desenvuelve nuestra vida y donde se recrean y producen lenguajes, conocimientos, valores y orientaciones sociales (Quevedo, 2003).
Hay que pensar la sociedad ya no con las instituciones clásicas, sino desde modelos totales. Vivimos en una sociedad educativa. Antes era una sociedad con un modelo educativo, hoy toda la sociedad es un modelo educativo. Aprendemos todo el tiempo, en todos lados… en el trabajo, en la fábrica, el hogar, etc. Ya no hay edades para aprender la edad para aprender es todas (Barbero).
No podemos ignorar a los medios porque han modificado nuestras prácticas cotidianas y hábitos diarios, pero nos cuesta incorporarlos a la dinámica escolar. La presencia de los medios o la ausencia de ellos en la escuela se notan, en sentido positivo y negativo. En general siempre que se quiere realizar una actividad algunos de los elementos técnicos no están disponibles o tienen algún desperfecto, actores de la institución se resisten, o se los utiliza de manera acrítica, considerándolos en su forma y no en su contenido.
Los medios han logrado alterar las barreras tradicionales entre el tiempo libre/esparcimiento y el mundo del trabajo o del estudio y han modificado también nuestros patrones perceptivos y estéticos. En este nuevo mundo de las tecnologías de la comunicación, la escuela ha sido y es una de las instituciones que más sufrió el impacto de las transformaciones culturales que se viven como consecuencia de la expansión de los medios, primero, y de la digitalización, después. Sin embargo, y desde hace más de cincuenta años, la escuela es también la institución que más resistencias le opone a estas transformaciones de época. En efecto, la escuela moderna fue concebida dentro del universo que Marshall McLuhan bautizó como “la galaxia Gutemberg”, es decir, un mundo dominado por la lógica del libro (cuya base es la estructura de la linealidad y el orden secuencial) y que encontró en la escuela no solamente a su más sólido aliado sino también a la institución que garantizaba la transmisión y reproducción de los saberes consagrados en la cultura letrada. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación no han hecho otra cosa que erosionar las bases mismas en que se asienta la escuela del siglo XIX, pero no ha recibido de parte de ella una acogida entusiasta sino que más bien la escuela percibe a los medios como una amenaza. Sin embargo, el cambio que deberá aceptar y asumir resulta inevitable (Quevedo, 2003).
Estábamos acostumbrados a la linealidad de la palabra impresa, a la linealidad del pensamiento. Hoy la revolución electrónica nos entregó la primera generación de jóvenes que dominan los nuevos lenguajes telemáticos. Entonces es cuando la escuela debe reinsertarse en la tecnicidad mediática combinado la palabra impresa con el impacto audiovisual de las nuevas redes (…). Hay que desentrañar el poder mercantil de la televisión ya que no democratiza y no crea cultura, pero a la vez hay que reconocerla como lugar estratégico de cómo se percibe el tiempo y el espacio, y como se construyen los imaginarios y las identidades, de cómo” moldea” y forma, y deforma los gustos populares. Ante todo, hay que reconocer que la TV es la mayor matriz narrativa desde la invención de la imprenta hace 500 años (Barbero).
Por muchos motivos podemos afirmar que la televisión ha colonizado el tiempo libre de la gente y que los jóvenes son consumidores intensivos de tecnologías de comunicación. Los locutorios están provocando un consumo más transversal de las tecnologías, que se complementa con el fenómeno de los encuentros sociales entre los jóvenes en estos nuevos espacios públicos. Espacios que generan nuevas relaciones, las que muchas veces profundizan la individualidad de los sujetos y nuevas formas de comunicación a través de los juegos en red o de los fotolog en donde dejan sus firmas o “rayas” (así llamados por quienes escriben los espacios virtuales) en donde exponen sus fotos en donde armen sus puestas en escena. Espacios que generan identidades y las cuales los representan en esos universos de la red. Red que no tiene límites. O mejor dicho, los límites se determinan por su acceso a ella.
Se sabe que generalizar es casi relativizar esas prácticas que atraviesan a la sociedad, negarlas o admitirlas como nuevos lugares de relación o comunicación es ignorar la complejidad de su existencia. No todos los jóvenes pueden acceder a esas tecnologías, desde las más antiguas como los son el uso de los libros hasta las más complejas como las computadoras y sus múltiples usos.

¿Medios para qué?
El catalán Joan Farrés[1] en su libro dedicado a analizar los vínculos entre la televisión y la educación, señaló: “Mientras la cultura tradicional era limitada en conocimientos, pero organizada, coherente, estructurada, la cultura mosaico se caracteriza por el desorden, la dispersión, el caos aleatorio.” Así es la estructura narrativa de la televisión, pero también la de casi todos los medios de comunicación con los que se relacionan cotidianamente los jóvenes.
A fines del siglo XIX, la escuela pública argentina se caracterizaba por una dinámica y una capacidad de innovación que la sociedad no tenía. El maestro, la escuela y los métodos de enseñanza eran los símbolos más claros de la modernidad. Modernizar el país era expandir la escuela. Hoy la escuela, en muchos casos, se ha encerrado sobre sí misma. La sociedad se transforma más rápidamente que ella y, en muchos puntos, contra ella. Este desencuentro no es solamente (ni principalmente] de contenidos, sino que involucra de manera integral a la institución escolar y a las nuevas instituciones de la cultura mediática y digital.
En general, en nuestro sistema educativo la tecnología se entiende como la enseñanza de algo más de ciencias aplicadas, algunas técnicas, un trabajo manual sofisticado o la simple incorporación de equipamiento (tal como ingresó la computadora para la que se inventó un “gabinete de computación”). A nuestro entender, la incorporación de los medios de comunicación deben ser las herramientas en las que los estudiantes puedan producir nuevos discursos y sentidos. No se trata solamente de analizar los medios y sus usos, sino de generar a través de ellos una apropiación de herramientas para que expresen sus voces y experiencias. Comenzar a ocuparnos de que estas voces ocupen los medios es el desafío, incorporarlos como elementos que forman parte de esta cultura y dejar de ignorarlos o verlos como enemigos de la educación es nuestra propuesta.
Pensemos que sólo hace falta apretar una tecla para conectarse o desconectarse con una persona que está en el otro extremo del mundo y esto fragiliza la sociedad y hace que la existencia se vuelva más endeble”. “La sociedad de consumo nos hace promesas a través de la televisión, los avisos, los diarios y las publicidades, y nos dice que nuestros deseos van a ser gratificados. Pero si uno mira la situación un poco más de cerca, se da cuenta de que si nuestros deseos pudieran ser satisfechos, la sociedad de consumo y la sociedad capitalista tal como la conocemos quizás se vendrían abajo (Zygmunt Barman)[2]

Aceptar la diversidad
Otra de las cuestiones cruciales que enfrentamos día a día en las aulas es cómo hacemos para vivir en paz con las diversidades, ya sea de lengua, de códigos, religiones, con las diferencias. Nuestros abuelos tenían esa visión ideal de que estas diferencias eran temporarias, y que con el tiempo todos íbamos a tender a igualarnos. Hoy sabemos que no es así. Está a la vista en la variedad de consumos culturales (tribus urbanas, moda, etc.) como la pluralidad de situaciones según los barrios, regiones o clase social. Cuanto mayor es la globalización, mayores son las dificultades a las que nos enfrentamos. La tarea más difícil es aprender a vivir con todas estas diferencias que se nos presentan.
Sin entrar en detalles, la sociedad en que vivimos profundiza las diferencias, las que muchas veces en vez de enriquecer las relaciones humanas, las tensionan y se tornan violentas. En la escuela, los medios pueden favorecer un espacio en donde la pluralidad y diversidad de voces fortalezcan las relaciones entre los sujetos. Pueden servir para rearmar los lazos entre las personas. Giordano Bruno[3] asegura que no hay institución ni educación sin una oferta de enlace. Dice que la escuela debe ofrecer una cartografía de lazos, que no son perpetuos, sino que tienen un tiempo y un lugar. La escuela esta cambiando, entre múltiples cuestiones, se esta perdiendo la violencia simbólica (en el sentido de horarios, reglamentos, etc.). Surgen otras cosas, como por ejemplo, las horas libres. Lo nuevo, lo instituyente, no siempre es positivo.

Nuevas migraciones
En un ensayo de fines del 2001, Vilches reflexionaba sobre los cambios sociales que están experimentando los usuarios en el campo de la televisión debido a un proceso de migración digital, que supone el desplazamiento hacia un mundo altamente tecnificado, una nueva economía creada por las tecnologías del conocimiento, donde el cambio es la información y ésta es la nueva identidad. En este contexto, Vilches destacaba que en la migración digital el mundo no se divide entre ricos y pobres, sino entre los que están informados y aquellos que han quedado fuera de estas tecnologías.
Para Vilches la aparición de las nuevas tecnologías, junto con la internacionalización de los mercados, ha provocado una serie de migraciones que afectan a distintos ámbitos: el imaginario tecnológico (ya que la convergencia aflora nuevos y antiguos mitos en las narraciones y contenidos de los medios), el lenguaje y el mercado cultural (donde se promueve el debate sobre la cultura de los nuevos medios y su dependencia de las exigencias comerciales), las nuevas formas narrativas, las conductas de los usuarios (que gracias a la interactividad se convierten en manipuladores de contenidos) y, por último, a la forma de conocer, archivar y encontrar las imágenes que produce la sociedad. La migración digital supone también un desarrollo de las tecnologías del conocimiento, entre las que Vilches destaca las tecnologías de la imagen, esenciales para la formación de la percepción y la comprensión de la realidad.

No vemos que no vemos (los nuevos nativos)
Heinz von Foerster[4] tiene razón cuando insiste en que el pecado de toda epistemología es que no vemos que no vemos, el currículo oculto. En el caso escolar la cosa se agrava infinitamente, y el principal responsable es el no ver que los estudiantes de hoy han cambiados de forma radical, y no son los sujetos para los cuales el sistema educativo fue diseñado durante siglos y que querría tenerlos como población nativa. En este sentido, podemos comprender que nos encontramos en un momento de cambio o de transición al cambio de un nuevo sistema educativo, en el que la incorporación de los medios podrían ser espacios de producción y un lugar en donde las voces de los estudiantes sean posibles establecer.
Cuando se reduce el cambio generacional y cultural a los adornos (lenguaje, ropa, piercing, estilos de coquetería) se está poniendo el carro delante del caballo. Porque la discontinuidad que hay entre estos chicos y nosotros no es ni incremental, ni accesoria o siquiera histórica y tendencial. Se trata de una singularidad, una compuerta evolutiva, un antes y después tan radical que es difícil conceptualizarlo y mucho menos generar los instrumentos educativos capaces de operacionalizarlo.
En este caso la singularidad es precisamente la digitalización de la cultura (especialmente juvenil) en las dos últimas dos décadas y más particularmente en los últimos 5 años en los países periféricos. Los chicos que hoy tienen entre 5 y 15 años son la primera generación mundial que ha crecido inmersa en estas nuevas tecnologías. Han pasado toda su vida rodeados de la televisión, computadoras, videojuegos y el resto de los elementos digitales.
Lo cierto es que con las diferencias de acceso sociales del caso los videojuegos, el e-mail, Internet, los teléfonos celulares y la mensajería instantánea se han convertido en parte integral de nuestras vidas y en el oxígeno tecnocultural que respiran los chicos del tercer milenio. Obviamente, en la periferia las diferencias de acceso son todavía más duales y brutales. Esta constatación sociológica es trivial. Lo que realmente interesa es saber hasta qué punto las funciones intelectuales, las habilidades cognitivas y las capacidades para volver inteligible el presente complejo, difieren o no en la generación digital respecto de sus padres o abuelos. Aquí la diferencia mayor no es tanto en términos de cambios físicos del cerebro (aunque a lo mejor los hay) sino en claros usos diferenciados de funcionalidades cerebrales respondiendo a entornos ubicuos densos en información, que debe ser procesada en paralelo, y en la capacidad de toma de decisiones simultáneas disparadas por el uso de los videojuegos, por ejemplo.
Hubo muchos nombres que tratan de encapsular lo distintivo de esta generación de estudiantes. Se los han denominado generación N (Internet) o D (digital) pero para nuestro gusto el epíteto que mejor da cuenta de ellos es el de Nativos Digitales.
Nuestros estudiantes actuales, ya sea que tengan 6 años o 22, son hablantes nativos del lenguaje de las computadoras, los videojuegos e Internet. Y nosotros, por más tecnofílicos que seamos (o pretendamos serlo) nunca sobrepasaremos la categoría de inmigrantes digitales o hablantes más o menos competentes de esa segunda lengua.
Para nosotros es notable que lo digital sea una segunda lengua, visible en todo lo que hacemos. Es un acento que matiza todas nuestras actividades y que se refleja fundamentalmente en nuestra vida académica y profesional. Vamos a Internet cuando no encontramos un libro que previamente dé cuenta del problema. Antes de usar un aparato leemos el manual. Antes de ejecutar un programa necesitamos saber qué tecla tocar, etc. Justo a la inversa en todos los casos de los nativos digitales que hacen primero y se preguntan después.
Los videojuegos, el uso de Internet y la computación en red implican nuevos lenguajes. Más allá de lo que decidamos acerca de la intraducibilidad de los lenguajes (y lo que pensemos de la terrible frase racista de Heidegger según la cual sólo los griegos y los alemanes pueden pensar y hacer filosofía), lo cierto es que caemos en el mismo error cuando suponemos que el único lenguaje de la enseñanza es el que monopolizamos por milenios los inmigrantes digitales. Es posible reconocer y comenzar a apropiarnos de los nuevos lenguajes, de las nuevas formas de comunicación.




Nuestras experiencias
En este apartado compartiremos con los docentes las experiencias que hemos realizados en las distintas escuelas con los medios de comunicación.
1) Diario mural (M 6)
2) Revista escolar Media 6
3) Revista escolar en la cárcel EEM 12
4) Propagandas por campaña ESB 334
5) Micro radial en la cárcel EEM 12
6) Radioteatros Poli 9
7) Revista escolar en el María Elena Walsh
8) Publicaciones escolares en los medios de comunicación social.

Bibliografía
Silvina Friera, “La vida liquida según Zygmunt Bauman”, Pagina 12, 20 de Noviembre de 2006
Lorenzo Vilches, La migración digital, http://www.lsf.com.ar/libros/22/MIGRACION-DIGITAL-LA/
Luis Alberto Quevedo, La escuela frente a los jóvenes, los medios de comunicación y los consumos culturales en el siglo XXI en: E. Tenti Fanfani (compilador), Educación media para todos, Buenos Aires: Ediciones Altamira (UNESCO-IIPE-OSDE), 2003.
Jesús Martín Barbero, La educación desde la comunicación, http://www.lsf.com.ar/libros/44/EDUCACION-DESDE-LA-COMUNICACION- LA/
Giordano Bruno, Des Liens. París. Allia. 2001.

* Liliana Majic es Licenciada y Profesora en Comunicación Social egresada de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Mariana Jacob es Profesora en Comunicación Social egresada egresada de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y actualmente cursa la Especialización y Maestría en Educación, en la Universidad de San Andrés becada por la Fundación Lúminis.
[1] En http://www.quadraquinta.org/referencias-bibliograficas/libroscomentados/television-subliminal.html
[2] Cita extraída de la publicación de Silvina Friera en Pagina 12 noviembre de 2006.
[3] Por naturaleza los seres humanos somos racionales, somos libres, por ese motivo buscamos el saber y la libertad. En esa búsqueda a veces infructuosa, establecemos lazos que pueden diferenciarse por ser naturales, racionales y voluntarios. Esos lazos "...tienen que ser múltiples y variados porque un solo lazo cae en la violencia extrema..."
[4] En http://portal.educ.ar/debates/educacionytic/nuevos-alfabetismos/inmigrantes-digitales-vs-nativos-digitales.php

Ver repercusiones en:
http://www.fundacionluminis.org.ar/index.php?page=Novedades.Novedad&id=805&PHPSESSID=plshnbeeayntdsi

http://www.aprenderconlaradio.org.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=172&Itemid=57

No hay comentarios: